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De la Banca Abierta a las Súper-apps: una transición más pronto que tarde

José Daniel Sánchez Quiñones
2/1/2023

Existe actualmente un error en cuanto a la aproximación a las tecnologías por parte de quienes pensamos en sus diferentes aristas legales: se suele reflexionar únicamente frente a cada tecnología de forma individual y auto contenida, sea el blockchain con sus criptomonedas y contratos inteligentes, la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas y otros. Y si bien estas pueden ser un mundo en sí mismas, la realidad es que, procurando mayor practicidad y eficiencia regulatoria, es necesario también pensar en los ecosistemas en que todas estas pueden converger. Un ecosistema de tal magnitud son las súper-aplicaciones o Súper-Apps, que han surgido en gran medida gracias a la Banca Abierta u Open Banking.

Desde hace algunos años se viene desarrollando la Banca Abierta como una estrategia en la que los servicios de los bancos tradicionales como las tarjetas de crédito, las cuentas de ahorro, los préstamos, las cuentas de retiro o trading, las hipotecas, entre muchas otros, no son solo ofrecidas mediante los canales digitales de los propios bancos, sino por terceros a través de un mecanismo llamado Interfaces de Programación de Aplicaciones o Application Programming Interface – APIs.

Lo que sucede es que los bancos administran y custodian la información financiera de sus usuarios (la parte trasera o “back-end” de su infraestructura tecnológica), pero permiten que esta se comparta a un tercero a través de una API para que estos desarrollen aplicaciones de servicios financieros. Una API, en términos llanos, es un mecanismo para compartir información entre los bancos y estos terceros (que no es lo mismo que la aplicación desarrollada por el tercero, que es la interfaz o “Front-end”, o sea lo que el usuario finalmente ve en internet), y el proceso descrito es lo que ha dado pie al nacimiento de las famosas Fintech o Financial Technology.

Pensemos en una profesora de yoga que pretende administrar su negocio de clases de yoga de forma eficiente, para lo cual contrata a una Fintech, que no es un banco, con el objetivo de procesar la información de ventas, de recurrencia y demás aspectos de negocio, junto con la posibilidad de que sus clientes realicen los pagos por suscripción al interior de la aplicación ofrecida por esta Fintech. El banco, por su parte, comparte los datos financieros del negocio de yoga a dicha Fintech a través de una API para que pueda ser procesada y ofrecida a la profesora de forma útil, al tiempo que se asegura que las transacciones efectuadas sean seguras.

Así las cosas, la cadena de valor de los servicios financieros ofrecidos al público es ampliada porque los bancos, contando con la información financiera de sus usuarios como su activo más valioso, ya no solo prestan servicios de forma directa a sus clientes, sino que adicionaron una línea de negocio al comercializar esta información a terceros. Por su parte, las Fintech adquieren los insumos necesarios para construir una aplicación dirigida a nichos específicos.

Como puede anticiparse, desarrollar una API independiente para una sola aplicación puede ser sumamente costoso. Dentro de nuestro ejemplo en el sector de bienestar, no resulta eficiente ni rentable construir una API para una aplicación independiente entre estudios de yoga, gimnasios, clubs de baile, etc. Por lo tanto, esta estrategia de Banca Abierta mutó hacia la Banca como Servicio o Banking as a Service – BaaS, que se entiende como la estrategia por medio de la cual los bancos desarrollan una sola API para muchas aplicaciones al mismo tiempo, en general en asocio con las Fintechs encargadas de estas apps ofrecidas al público en distintos sectores.

Como puede anticiparse, desarrollar una API independiente para una sola aplicación puede ser sumamente costoso. Dentro de nuestro ejemplo en el sector de bienestar, no resulta eficiente ni rentable construir una API para una aplicación independiente entre estudios de yoga, gimnasios, clubs de baile, etc. Por lo tanto, esta estrategia de Banca Abierta mutó hacia la Banca como Servicio o Banking as a Service – BaaS, que se entiende como la estrategia por medio de la cual los bancos desarrollan una sola API para muchas aplicaciones al mismo tiempo, en general en asocio con las Fintechs encargadas de estas apps ofrecidas al público en distintos sectores.

Entonces, se apunta a un ideal: que todos los servicios bancarios tradicionales sean integrados en una o pocas APIs para cubrir muchas industrias de forma simultánea, como es el de comunicaciones, transporte, educación, logística, domicilios, seguros y cualquier otra. Tal estrategia se conoce en el mercado como Banca de Cola Larga o Long Tail Banking, y es respuesta a un hecho indiscutible: “el software se comió al mundo”; progresivamente las empresas de todos los sectores se parecen más -o intentan serlo- a compañías de tecnología.

En el informe para noviembre de 2022 sobre Open Banking de la consultora Accenture1 se ilustra la magnitud de este fenómeno. Según sus análisis, “este mercado podría tener un valor de hasta 416 billones de dólares para los bancos y otros agentes de servicios financieros”. Además, “el número de terceros proveedores (TPP) en el ecosistema bancario está creciendo de forma espectacular en la mayoría de los mercados. En Europa, por ejemplo, los TPP han pasado de 100 a más de 450 en menos de dos años. No sólo está creciendo el número de TPP, sino que también están mirando más allá de los pagos y de la banca minorista transaccional hacia toda la cadena de valor financiera”.

En los distintos hemisferios del mundo se han propiciado distintas condiciones regulatorias para este crecimiento2. De una parte, en Estados Unidos no existe un mandato normativo expreso, por tanto, son los bancos y las Fintechs quienes lideran la innovación a través de acuerdos comerciales privados. Ejemplos de esto incluyen la alianza del banco Chase con la Fintech Intuit, y del banco Wells Fargo con las Fintechs Xero y Finicity. Es tal el potencial de esta estrategia por medio de APIs que, por ejemplo, ahora Amazon ofrece préstamos a estudiantes y Facebook tiene más de 50 licencias en Estados Unidos para que los usuarios puedan realizar transferencias dinerarias a través de la aplicación de mensajería.

De su parte, Latinoamérica está actualmente en proceso de regular este mercado. En 2018 en México, por ejemplo, se “publicó la Ley Fintech, que aborda un amplio marco para el sector, pero el primer conjunto de leyes secundarias destinadas a establecer los siguientes pasos para la implementación de la banca abierta en el país fue publicado por el banco central en marzo de 2018 y por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores en junio de 2020. La ley obliga a todos los diferentes actores del ecosistema financiero a ofrecer interfaces de programación de aplicaciones (API) para compartir información entre sí. Las entidades financieras están obligadas a compartir datos financieros abiertos, datos agregados y datos transaccionales, siempre que el usuario acepte darles acceso. Esto afecta a un total de unas 2.200 entidades, desde bancos hasta diversas empresas financieras”3.

Ahora bien, lo interesante en este asunto y que poco se habla aún es que las distintas eficiencias encontradas en la industria Fintech se están alineando cada vez más hacia el desarrollo de Súper-apps, entendidas estas como aplicaciones que ofrecen la más amplia variedad de servicios. Piénsese en la aplicación China de WeChat, que nació como una plataforma de mensajería, y ahora es posible realizar pagos e inversiones, comprar seguros, donar a caridad, agendar una cita en el odontólogo, pedir un taxi e incluso es una app de citas al estilo de Tinder. Es la más usada en China y, vale decir, está controlada por su gobierno.

Cada vez son más las empresas en el mundo que están reuniendo esfuerzos para seguir los pasos de WeChat. Por ejemplo, Paypal en Estados Unidos, Klarna en Suecia, Rappi en Colombia, GoJek de Indonesia y Baz en México, están dando los primeros pasos hacia la creación de ecosistemas que integren funciones como los pagos móviles, los seguros, los domicilios, el transporte, la mensajería instantánea, las compras, las inversiones, los ahorros, el control de negocios, las criptomonedas y otras. La lista de servicios puede ser extremadamente amplia en una misma interfaz y, en parte, gracias a la información compartida por los bancos a través de APIs.

Vale la pena poner la lupa en este tipo de ecosistemas porque es allí donde convergen todas las tecnologías, desde lenguajes de programación de todo tipo, hasta blockchain (v.gr. para procesos de autenticación y la estructuración de contratos inteligentes), inteligencia artificial (v.gr. para el análisis de datos que permitan ofrecer productos personalizados y asesoría financiera integral, chatbots, etc.) y, claro, los API en todas sus distintas formas de los que hemos venido hablando.

Los beneficios son prometedores cuando se habla de mercados más transparentes, de mayor inclusión financiera, una mejor experiencia para los usuarios, nuevas líneas de negocio para las instituciones financieras, más competencia y menores costos de transacción. En este contexto, el acceso a sistemas de pago y a información bancaria es un factor competitivo clave.

Pero lo cierto es también que las grandes compañías de tecnología como Facebook y Google tienen el potencial de ser los “rieles” por sobre los cuales las aplicaciones de servicios financieros se desarrollen, consolidándose progresivamente en Súper-apps. Ello trae consigo nuevas dinámicas de poder, especialmente por el excesivo control de información financiera sensible por parte de estas entidades privadas.

Mi recomendación es siempre apuntarle a una regulación escalonada, que no limite excesivamente la innovación, pero que su objetivo sea encontrar un balance entre estos nuevos servicios financieros con la protección de derecho fundamentales como la privacidad. Varias herramientas como los diagnósticos de riesgo y, así como sucede con la Inteligencia Artificial, plantear principios claros para cada tecnología que sean centrados en el usuario son extremadamente útiles para navegar hacia el porvenir.

Es importante no pensar en las tecnologías de forma aislada, sino en los ecosistemas que representan un cambio de mentalidad por la innovación estructural para todos los actores del mercado. El verdadero éxito de la industria dependerá de la efectiva limitación a los abusos de poder. Definitivamente “los datos son oro y los sistemas de pagos son la mina”5 y sin duda esta transición de Banca Abierta a Súper-apps se consolidará más pronto que tarde.


  1. Accenture (2022) Catching the Open Banking wave. Super apps and the open data economy. Disponible en: https://www.accenture.com/us-en/insights/banking/open-banking-moving-towards-open-data-economy ↩︎
  2. Para consultar las distintas regulaciones a nivel mundial, se recomienda la herramienta Open Banking Map, disponible en: http://www.openbankingmap.com/ ↩︎
  3. Ibid. ↩︎

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